miércoles, 18 de mayo de 2022

LOS OLVIDADOS

 


Hace días leí que cada vez es más frecuente el abandono de ancianos en las urgencias de los hospitales; al pasarles algo grave, son llevados allí por algún familiar que luego desaparece. Durante el proceso médico, el personal sanitario se da cuenta de que no reciben visitas. A los días, cuando se les da el alta médica, nadie va tampoco a recogerlos, por mucho que se haya avisado a familiares y conocidos. Se trata de un porcentaje mínimo, naturalmente, pero no por ello debemos dejar de alarmarnos. En el hospital de la isla de La Palma un diez por ciento de las camas suelen estar ocupadas por abuelos abandonados. Hay que ser un auténtico desalmado para cometer acciones de este tipo y, aunque los centros hospitalarios han denunciado un sinfín de veces estos casos, existe un cierto vacío legal, ya que el código penal no lo considera abandono al estar la persona atendida y recogida.

Nuestros mayores son los auténticos olvidados del sistema y son marginados por la sociedad en general. Si alguno de vosotros sigue mi blog, comprobará que es un tema que me interesa sobremanera. De hecho, la novela por entregas que comencé ya hace un tiempo (prometo retomarla en breve) tiene como protagonistas a dos abuelos olvidados por los suyos. Te invito a leerla, porque eso me animará a continuar. Además, aún no he decidido el título que llevará (quizá el que encabeza este artículo no sea malo).

 Vivimos en la era del estrés, de la ocupación del marido y la mujer y del derecho al tiempo libre, porque para eso se trabaja. Cuando los padres comienzan a tener algunas limitaciones, se les aparca en una residencia por no poder atenderlos, y allá paz y aquí gloria. También se da el caso de los que están solos y los hijos apenas van a verlos. Y no digamos cuando llega el verano; solo en Madrid fueron abandonados ciento cuarenta mil ancianos el año pasado mientras su familia disfrutaba de las vacaciones (hablo de personas que viven solas y apenas pueden valerse por sí mismas). Ya no se acuerdan de que hicieron por ellos todo el sacrificio del mundo. La memoria es tan frágil como grande el egoísmo y pequeña la visión de futuro. ¿Acaso no quieren saber que ellos también serán viejos? ¿Cómo obrarán sus hijos mañana si han visto lo que hacen hoy con los abuelos? Reitero que no es la gran mayoría la que obra así, pero se da muchos casos, cada vez más, y es algo que debería hacernos pensar detenidamente. El magistrado y portavoz territorial de Juezas y Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch, denunciaba este problema en un tuit: “cada vez me pasa más, como juez de guardia, encontrarme con cadáveres de ancianos que llevan muchos días muertos, en avanzado estado de descomposición. No sé si está fallando la intervención social o los lazos familiares, pero indica el tipo de sociedad hacia el que nos dirigimos”.

Nos encontramos en un mundo donde la imagen prevalece sobre todo lo demás. Caras bonitas, cuerpos perfectos y jóvenes son los protagonistas de las cadenas de televisión. Cuando una persona, por válida que sea, entra en la llamada tercera edad, se tiende a aparcarla. Lo hemos visto en el cine e incluso en la política. Se les acusa de estar pasados de moda o de no encajar en la sociedad actual. Un ejemplo de que esto no es así lo fue el humanista y economista José Luis Sampedro, que a sus más de noventa años empatizó con la juventud y en especial con el movimiento 15M. Aunque lo más detestable es ver a los políticos de turno tratar a nuestros mayores como si fueran mercancía. Lo comprobamos con bastante frecuencia con el tema de las pensiones, que más parecen las ofertas de un supermercado que otra cosa. Utilizan a los pensionistas con descaro como herramienta electoral. Lo seguiremos viendo de aquí a las próximas elecciones, ya sean autonómicas o generales. No se dan cuenta de están jugando con la salud de personas que han trabajado toda su vida y merecen una retirada digna.

Nadie está pidiendo que el dominó y la petanca sean deportes olímpicos, quizá con saber escuchar sea suficiente, sobre todo a los abuelos, que son y serán siempre fuente de sabiduría. Ya conocen el refrán: “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.

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