martes, 4 de febrero de 2020

EL OLVIDO DE NUESTROS MUERTOS ILUSTRES

Tumba de Benito Pérez Galdós en el Cementerio de la Almudena (Madrid). Fuente: Wikipedia







Hace ya algún tiempo escuché al “Mariscal” Romero quejarse amargamente sobre la poca sensibilidad que tenemos con nuestros muertos ilustres. Se refería, en concreto, al aspecto descuidado que presentaban las tumbas de Jesús de la Rosa y “Tele”, miembros del mítico grupo Triana, en el cementerio de Villaviciosa de Odón. En contraposición, ponía el ejemplo de Jim Morrison, cantante de TheDoors y perteneciente al Club de los 27, enterrado en el cementerio Père Lachaise de París, y cuya tumba, pese a no ser tampoco una obra de arte, es fuente de peregrinación e incluso de atractivo turístico para la capital francesa. Lo mismo ocurre con la de Jimi Hendrix, ubicada en el Cementerio Greenview Memorial en Renton, Washington, lugar que le vio crecer, y que consiste en un mirador con una cúpula de mármol y granito, un retrato del músico, una guitarra Fender Stratocaster y citas en placas.

No solo sucede con nuestros grandes cantantes, como Antonio Vega, Antonio Flores, Manolo Tena y los ya citados de Triana; ningún ámbito cultural escapa a este olvido. ¿Qué decir del, para muchos, mejor novelista en lengua castellana después de Miguel de Cervantes? Los restos de Benito Pérez Galdós descansan en el panteón de la familia Hurtado Mendoza Pérez Galdós, en el cementerio madrileño de la Almudena. Como se puede apreciar en la imagen que ilustra esta entrada, el aspecto de la tumba no se encuentra en las mejores condiciones, y en un año, además, en el que se conmemora el centenario de su fallecimiento. No discuto, todo lo contrario, el programa de actividades tan vasto que se lleva organizando, sobre todo en Madrid, para celebrar este hecho tan importante, pero sí lamento que solo nos acordemos ahora de un personaje que tanto hizo por las letras de nuestro país. 

Lo que vengo a denunciar con este texto es la falta de consideración que tenemos los españoles con aquellos hombres y mujeres que engrandecieron nuestra historia y la catapultaron más allá de nuestras fronteras mientras en otros países, a los suyos, se les venera y rinde culto. Cuánta verdad tiene el refranero popular español en este caso: "el muerto al hoyo y el vivo al bollo". 

Siempre habrá personas que sientan inclinación por determinado icono y le homenajee con frecuencia, eso nunca faltará. También es de sobra conocido que las tumbas de españoles históricos enterrados fuera de España son visitadas con asiduidad por miles de nuestros ciudadanos, como es el caso de Antonio Machado en Couillure o de Manuel Azaña en Montauban, un hecho que celebro con orgullo, aunque da la impresión de que hay que morirse en el exilio para que vayan a verle a uno. Dejando esto a un lado, hay quienes dirán que las obras de estos artistas son el mejor legado que podemos poseer para no olvidarlos jamás. Y llevan razón, pero eso no quita para que potenciemos más sus figuras manteniendo sus tumbas, casas donde vivieron, etc. de la mejor manera posible; porque, aunque muertos, siempre serán nuestros ilustres.

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